Nuestra
historia

COLEGIO IRLANDESAS LORETO

La historia del Colegio Nuestra Señora de Loreto comienza en el año 1.947, gracias a la gran labor social que desarrollaron las antiguas alumnas de los colegios del Instituto de la Bienaventurada Virgen María de Castilleja de la Cuesta  y de Bami (Sevilla) en una de las, entonces, zonas marginadas de Sevilla, en la barriada de San José Obrero, en una zona llamada “Árbol Gordo”. Esta labor social comenzó con visitas a enfermos y presos; con la realización de catequesis de niños y de adultos; con cursos, talleres de costura industrial y con los inicios de la escuela.

En 1.971 las antiguas alumnas pidieron a la Provincial del IBVM la presencia de una religiosa para poder coordinar las catequesis, clases de Religión y ayudar en la organización fundamental del Colegio, ya que la enseñanza planteaba, cada vez más, nuevas exigencias y se necesitaba una presencia más estable y continua. El I.B.V.M., se hizo cargo del colegio en 1.976. El colegio contaba entonces con trescientos alumnos. Ya que las necesidades iban creciendo, se fue buscando un solar nuevo para el colegio. Después de mucho esfuerzo para la construcción, las subvenciones y papeleos, en 1.983 se añadió, como parte del colegio, un segundo edificio muy cercano, en la barriada de San Carlos, de manera que en ese momento el colegio “Ntra Sra de Loreto” estaba formado por dos edificios cercanos, el antiguo y el nuevo con un gran campo de deportes, laboratorio y gimnasio. El edificio nuevo contaba además con una casa a la que se trasladaron cuatro religiosas. En el año 1.994 se unifica todo el centro en un mismo solar, siendo necesaria la construcción de un nuevo edificio.Y es en el año 2008 cuando se incluye la etapa de infantil, construida en la antigua residencia de las religiosas. Desde los orígenes, la educación ha sido mixta.

El Colegio Nuestra Señora de Loreto ofrece una educación católica, fundamentada en el Evangelio y en los valores nucleares de Mary Ward. Esta visión educativa se traduce, además, en la idea de educar para la excelencia, es decir, para la educación integral de la persona; y en la capacidad de responder y adaptarse a unas circunstancias en continuo cambio. De hecho, la realidad del barrio ha cambiado mucho en los últimos años debido a una mejora en las infraestructuras y construcción de nuevas viviendas conectadas con el centro y otras zonas de Sevilla. Esto ha hecho que haya cambiado la realidad social y académica de las familias del colegio, aunque se conserva una gran heterogeneidad en global, siendo éste un valor para el colegio.

Además la presencia de las familias y su implicación es muy cotidiana, colaborando juntos y atendiendo también a necesidades reales. Estamos convencidos de que formamos una comunidad educativa en un entorno concreto, por ello nos sentimos todos el personal, familias y alumnos y antiguos alumnos trabajando en el mismo proyecto y además en relación con otras instituciones del barrio como Parroquia, Distrito del Ayuntamiento, UTS …

En la actualidad, el titular del centro Nuestra Señora de Loreto es el I.B.V.M., aunque el equipo directivo es seglar. El colegio cuenta con cerca de 700 alumnos repartidos en las etapas de infantil, primaria y secundaria. El personal del centro lo forman 46 trabajadores, de los que 41 son personal docente y 5 no docente. El  profesorado y PAS del colegio comparten y transmite a los alumnos el espíritu y carisma de Mary Ward como un compromiso personal. Sintiendo y cuidando la gracia de formar  parte de una Institución que va más allá de nuestro colegio, ciudad y país.

Desde esta identificación, todos mantienen una actitud de búsqueda constante para ofrecer todas las oportunidades a nuestros alumnos (desde ser centro bilingüe, desarrollar la estimulación temprana, potenciar las inteligencias múltiples de los alumnos, cultivando el pensamiento social y el trabajo cooperativo), sabiendo que nuestra Pastoral comienza desde cada uno de nosotros y abarca toda la vida educativa del colegio, desde el encuentro personal con Dios hasta nuestro compromiso con la sociedad, pasando por cuidar, contemplar, vivir y celebrar cada uno de los momentos litúrgicos, solidarios e identificativos del colegio.

Corrían los años de 1947, difíciles para España en su reconstrucción económica y en sus heridas, después de la Guerra Civil.

Había hambre y el pueblo no tenía acceso fácil a la cultura, ni a una vivienda digna…

En febrero, un grupo de Antiguas Alumnas de Castilleja y Palmas se replantean su Misión como cristianas, que quieren llevar a cabo el compartir, y vivir la Justicia en el Amor.

En la reunión, está por primera vez el P. Martín Prieto, jesuita decidido que les dice que no viene a hacerse cargo de la Congregación para ocuparse de una reunión de señoras… quiere obras de servicio real y concreto. «Poneos en contacto con el Párroco de San Julián, D. Santos Arana, que tiene a su cargo 60.000 personas… y entre sus calles y barrios está el suburbio, donde se debe ayudar con urgencia».

«Arbol Gordo», cuentan, que estaba situado en un descampado con pequeñas casas y chozas. Su nombre, dicen, se debía a un árbol corpulento, alrededor del cual jugaban chiquillos y jóvenes.

Se comenzó a trabajar enseguida: Pilar Cobos y Mª Pepa Barquín fueron las encargadas de buscar el sitio: se pidieron voluntarias, y lo primero que se organizó fue la catequesis de adultos, seguida de niños y niñas. De los primeros se formaron unos doce grupos de unas 350 mujeres que se reunían los miércoles.

El número de niños, llenos de vida, inquietos, a veces rebeldes con grandes deseos de aprender a vivir, superaba el de los adultos, y las reuniones se tenían en plena calle, (con paraguas cuando llovía), sentados en la campa, hasta que se lograron unas azoteas donde se pudiera trabajar con más independencia. Con el calor del verano, resecos, por aquella inmensa «Huerta», correteando, Pepillo (el aguador) solía darles agua para beber o lavarse, por una perra chica.

Elena Benjumea, con un buen número de Antiguas, que fueron siempre las más fieles y extraordinariamente entregadas, se preocuparon por todas las necesidades de la gente: visitas a enfermos, matrimonios, cárcel, bautizos…

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– «Señor Alcalde, ¿podría usted cedernos el comedor del «Albergue de mendigos» para utilizarlo nosotras, a horas en que no esté ocupado, para clases, catequesis, celebraciones, etc…?»

Y la pregunta se hacía en un día de sol de Sevilla, en el salón del Ayuntamiento, cuando el azahar de los naranjos ya huele, y el edificio de piedra está más bello que nunca. iiSe consiguió!! Otro problema urgente era la falta de trabajo.

Había una mujer que se dedicaba a hacer escobas y se ofreció a enseñar a las que querían aprender… pero no dio resultado.

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Ahora nos trasladamos a un pueblecito andaluz, cercano a un río pasando por almendros y limoneros y llegando a la dureza de la Tierra y de la Roca: «Villanueva del Río y Minas». Allí vive Encarna, hija de un minero, Ernesto Quesada e lgnacia, caracteres recios y sencillos, con una nobleza que se entrega al trabajo y sobre todo a la gente. El Padre Martín Prieto le pide:

– «Encarna, se te necesita en Sevilla, puedes hacer allí una labor muy grande para Dios y para la gente».

Menuda, muy rubia, viva, y de corazón grande, contesta:

– «Pero Padre, ¿cómo voy a dejar aquí este taller de mantones de manila y a estas mujeres jóvenes sin trabajo?»

– «Ya esto marcha. Encarna», contesta el sacerdote. «Deja a alguna, más capaz, encargada de ello, y vente al barrio que te esperan. Lo tuyo es sembrar».

Sonrió Encarna. Y…durante unos 38 años ha sido el alma del taller de costura, que ha dado trabajo a tantas familias, ha escuchado tantas penas y alegrías, buscando la solución a tantos problemas. (Mediante el apoyo de una empresa sevillana).

Elena Benjumea, Luisa Leguina, Mary Fdez. Palacios, Reyes Coca de la Piñera, Any y Angelita Díaz Trechuelo, Mercedes Rojo, Lolita Lastra, Eloísa y Lola Chico, Maria Pepa y Leonor Ternero, Lourdes Medina, Encarnita Sánchez Lamadrid, Asunta Alvear, Pepi lbarra… con otras muchas que quisieron de corazón al barrio, lucharon por conseguir tres objetivos justos, de urgente necesidad:

– La escuela, para remediar el analfabetismo.

– La vivienda, para evitar las enfermedades que surgían de las chozas y casas en malas condiciones.

– Y la iglesia, amplia, con su torre de ladrillos rojos, para gritar a los vientos que la fe, tiene que comprometerse, y que tenemos que ir siempre rectificando en la tarea de compartir.

Había un proyecto del lnstituto de la Vivienda de edificar 5.000 casas en Sevilla de protección oficial. Don Joaquín Benjumea, Ministro de Hacienda, abrió el camino para que pudieran edificar aparte, en esta zona.

Una mañana de julio, hombres, mujeres y niños, habían comenzado el día con una excitación inmensa. Se entregaban las llaves de los nuevos pisos, 466 viviendas. Y amaneció el barrio de San José Obrero, digno, sencillo y con la tranquilidad que da la honradez y el cariño.

Se fundó un Patronato para organizar las escuelas y un comedor.

En una plaza, repleta de niños que juegan y ríen, muy próximo ya el Centenario de la venida a España de las Madres Irlandesas, dialogamos delante del Colegio.

– «Esta obra, no cabe duda, ha sido gran parte por la labor de laicos que se responsabilizaron hasta el final»…

– «¿Cómo vinieron las monjas del Instituto de to B.V. María al Colegio de Nuestra Señora de Loreto?»

– «Fue muy sencillo. El 4 de noviembre de 1971 las Antiguas Alumnas pidieron a M.F. Xavier, entonces Provincial, igual que lo habían hecho en años anteriores, la presencia de una religiosa para poder coordinar las catequesis, clases de Religión y ayudar en la organización fundamental del Colegio de San José Obrero. La Enseñanza se planteaba, cada vez más, con nuevas exigencias y Las Antiguas pensaban que se necesitaba una permanencia más estable y contínua. Antes, había estado ayudando, viniendo desde Bami, M. Ancilla Gómez Millán, tan querida en este barrio. Ahora llegó, con dedicación al colegio y a la barriada, S. Victoria Lassaletta que, al ser destinada al Norte, fue sustituida por S. María Teresa Vorcy. S. Magdalen Baturone siguió viniendo todos los días, para atender al colegio y al barrio… S. Fabiola Dastis trabajó intensamente para llevar a cabo la nueva obra… Hasta que, terminada la pequeña casa adosada al Colegio, en 1977 se instaló la primera comunidad del lnstituto de la B.V. María; S. Evangeline Latorre, S. Fátima Díaz Trechuelo, S. Josefa Rodríguez Yuntes y S. María Dolores Chaves.

– «Cuéntame, ¿cómo se pudo llevar a cabo este enfoque nuevo?»

– «Con buena voluntad, e intentando, por parte del Instituto, hacer una labor de servicio. Recuerdo que era entonces una vida colegial sencilla: cinco maestros para 350 alumnos, divididos en niños y niñas con sus respectivos profesores. Algunas clases constituidas como la Escuela Unitaria, Tradicional».

– «Y, ¿cómo surgió el nuevo Colegio en lo barriada de San Carlos?»

– «En la vida hay que soñar para lanzarse a realizar lo que conviene. Se contrataron tres nuevos maestros para lograr conseguir los ocho grados correspondientes, se mezclaron niños y niñas, optando por el colegio mixto,  y un buen día… El Parque de Mª Luisa estaba cargado de perfume de celinda y lila, de la sombra de las acacias, pinos y cipayos. Era Primavera. En un edificio oficial de urbanismo, Elena Benjumea y una de nosotras (religiosa) buscábamos entre los planos de Sevilla un solar para el colegio, que se necesitaba para conseguir la nueva clasificación. No teníamos dinero. Fue una estupenda sorpresa el encontrar terreno dedicado por el Ayuntamiento a Zona Escolar, en una nueva barriada, la de San Carlos».

– «¿Tuvisteis dificultades? «.

– «Muchas. El Alcalde nos dio una buena acogida, pero se tuvo que luchar para la construcción, conseguir la subvención del Estado y mil papeleos que no han impedido nuestra presencia en un colegio, «Ntra. Sra. de Loreto», de 16 unidades con unos 664 alumnos comprendidos en los dos edificios, muy cercanos: el antiguo, cuna y origen de San José Obrero, y el nuevo, con un gran campo de deportes, laboratorio, gimnasio…»

– «¿Cuál es la situación en la actualidad?»

– «Está formado por 16 profesores de gran dedicación e inquietud cristiana, que junto a nuestra secretaria, 5 trabajadores de la casa y la Comunidad Religiosa, forman un equipo de trabajo, ilusionado por su quehacer: ayudar en la formación y educación de esta juventud que, tiene que sacar de ella misma, los mejores valores que Dios le ha dado».

Mientras que estábamos charlando, pasaron dos padres de alumnos hacia la sala, donde trabajan a diario.

– «¿Qué tal está Ia participación de la familia?»

– «Es estupenda la colaboración de la Junta del A.P.A. y de otros padres y madres, que en «talleres» y organización de Fiesta, y deportes… participan con creatividad y entrega… en ir juntos construyendo, en medio de nuestros fallos, tendiendo a más. Que sea un pequeño gran colegio en valores y en servicio».

– «¿Me podría contar algunas realizaciones concretas de los Antiguos Alumnos?»

– «Las hay: entre los distintos trabajadores de la construcción, la industria y el trabajo de hierro forjado…; lo hacen con arte y honradez profesional. Los que llevan sus carreras en las distintas especialidades con éxito y con esfuerzo… y contamos últimamente con una religiosa, Berta Hernández y un seminarista en San Telmo, Miguel Ángel Sánchez. Hemos vivido todos este año (1988) con ilusión la ordenación de Diácono de uno de nuestros profesores, Juan Escaño.

-«¿Es verdad que la Virgen Dolorosa que hay en la Iglesia de San José Obrero la hizo un Antiguo Alumno?»

– «Cierto. Álvarez Duarte, escultor famoso en España. La esculpió cuando tenía 14 años. Se ensayaba en el colegio con los ojos de las muñecas que le traían, viendo la disposición y arte que tenía».

Charlando, nos hemos ido hacia la Capilla, pequeña, recogida, con una cruz grande en el centro. A la derecha hay una Virgen, Ntra. Sra. de Loreto, hecha en barro, parece que va a volar, mientras mira con ternura de Madre. Es obra de un reciente Antiguo Alumno, Miguel Bejarano, que también expresa su fe en imágenes, tallas que va esculpiendo en esta tierra sevillana que tiene sangre de artista.

La labor comenzada por unas cuantas Antiguas Alumnas nuestras, con fe y coraje, esperemos que continúe y se vaya realizando cada vez más… cogiendo el relevo estas chicas y chicos nuevos que partiendo de sus propias raíces, ayudados por el espíritu de Mary Ward, (que es el del Evangelio) , sepan construir y llevar a su pueblo y a su gente los valores más grandes del hombre.

Aunque aquí se han nombrado solamente a algunas personas… sepan, que las demás, son tan importantes como ellas, porque todos juntos están con alegría, escritos en el Corazón de Dios.

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